tiburontigre2003

Apenas comenzaba 1987. El sol del verano calentaba el asfalto que parecia derretirse debajo de las suelas. A pesar de ser una ciudad capital, La Plata se puede recorrer caminando. Sobre todo cuando sos un chico asomando a la adolescencia, donde el tiempo parece eterno, las preocupaciones son algo de los mayores y las distancias son mas cortas porque nuestra cabeza no piensa en el destino, sino en disfrutar el recorrido. 

Mi disqueria favorita estaba en el edificio de la terminal de omnibus. Esa torre de Babel donde se mezclaban inmigrantes, viajantes, mendigos, prostitutas, gitanos y demas. Una de las puertas a "La Capital" como llamabamos a Buenos Aires entre mis amigos. Ese lugar magico donde estaba el Italpark, ATC y el Obelisco y los sueños de muchos de nosotros de salir al mundo. 

Alli, la disqueria del nombre que no recuerdo tenia siempre la vanguardia, lo ultimo. A diferencia de las clasicas disquerias donde se mezclaba el tango, los saldos y el rock, esta disqueria se destacaba por tener musica new wave, punk, soul, blues y otros generos no tan populares ni difundidos. Alli podiamos encontrar los primeros discos de Depeche Mode, Devo, New Order o Sex Pistols. A veces pienso que no se si el dueño sabia realmente lo que estaba vendiendo. 

La tarde recien comenzaba. La hora de la siesta, que por aquellos años era sagrada, invadia las casas de mi barrio con un halo invisible que hacia pesados los parpados y lentos los movimientos. El calor sumado al aroma de los tilos provoca un efecto soporifero que es muy dificil de combatir. Por eso la siesta de verano mas que un placer de pocos, era una obligacion de muchos. 

Mi casa no quedaba lejos en terminos de cuadras o distancia. Pero en la escala de mi ciudad, vivir pasando determinadas avenidas te convertia en algo asi como un extranjero. Un invasor. Siempre habia alguien que te corregia. Si decias "vivo en La Plata" y dabas tu direccion pasando esas fronteras imaginarias, no iba a faltar quien te dijera que en realidad vivias en Tolosa, o Ringuelet o Los Hornos. 

Sali y de inmediato hice una parada tecnica en el quiosco de Luisito. Tenia una heladera que mantenia los Naranju en su grado de congelamiento perfecto. No muy liquido ni demasiado congelado que le quitara el gusto. Era simplemente perfecto. El helado de los pobres, como muchos lo llamaban. 

Para llegar a la terminal tenia varios recorridos posibles. Algunos que me podian ahorrar algunas cuadras gracias a la diagonales. Esas calles que atraviesan la ciudad de La Plata que son consideradas el laberinto de Creta, aquella estructura mitologica construida por Dedalo, compuesta por cantidades incontables de pasillos que iban en distintas direcciones, entrecruzándose entre ellos, de los cuales sólo uno conducía al centro de la estructura, donde el Minotauro fue abandonado. 

No tenia gracia de todos modos acortar camino. No se trataba de llegar antes, se trataba mas del camino que del destino. El destino estaba ahi, no se iba a mover ni iba a desaparecer. No tenia un tiempo limite para llegar. Podia tomarme una hora o tres que era lo mismo. Ya tenia mis 50 Australes para gastar. Ya tenia en mente que estaba buscando. Lo que no sabia ni tenia en mente era el camino. 

Tome la avenida 13. Los arboles ayudaban a contener los rayos del sol que para ese momento estaban en su cuspide. El Naranju ayudaba pero no era contrincante para tanto calor. Asi que tenia otras paradas tecnicas programadas en mi camino. La primera en una heladeria que tenia bebedero y, sobre todo, aire acondicionado. Entrabas, te tomabas tu tiempo mirando los gustos y simulabas no saber si decidirte por la Crema del Cielo o los Kinotos al Rum. Despues te tomabas un buen trago de agua fresca y seguias. 

Ya llegando a la terminal el ambiente cambia. Ya uno siente que esta en otro lado. El movimiento, las paradas de taxis, los vendedores ambulantes. Todo tiene otro color y otro sabor. Esa parte del camino se hace mucho mas corta porque uno tiene la sensacion que ya llego. 

La disqueria no tenia aire acondicionado, pero si un enorme ventilador contra la pared, esos de metal que parecen una turbina de avion de la Segunda Guerra. 

La seleccion no era demasiado extensa, pero un disco me llamo la atencion. Notorious de Duran Duran habia llegado antes del fin de año, pero habia pasado desapercibido para muchos, porque aun le quedaban al dueño las 4 copias que la compañia distribuidora le habia mandado. A 38 Australes era un negocio que no podia dejar de aprovechar. 

Me fui con mi disco bajo el brazo y pare en el bar que estaba cruzando la calle. Habia dos, una confiteria un poco mas paqueta y el bar. La diferencia era la siguiente: por el mismo precio, en el bar comias el doble. Mientras que en la confiteria paqueta te daban un sandwich de jamon y queso con dos fetas de cada uno, en el bar te daban un sanguche con el fiambre cortado a cuchillo. O como en mi caso, el bar me daba por el precio de un licuado, una jarra completa, no solo un vaso. 

El licuado refresca, pero hace mas pesada la vuelta. Ya la vuelta no es como la ida. Mientras que la ida se trata de disfrutar el paseo, de no pensar en el destino, la vuelta es al reves. La ansiedad por poder escuchar el disco hace que las cuadras parezcan cada vez mas largas. En la vuelta se deja de lado el paseo y se va directo al grano. A las diagonales y las calles con menos distracciones. 

Llegando a tu casa lo primero que tratas de hacer es pasar desapercibido. No queres cruzarte con ningun amigo, para que no te frene y te pregunte por el disco, que temas trae, cuanto lo pagaste. Mucho menos para que no te pida que le grabes un cassette sabiendo que tenias el equipo para hacerlo. Asi que, para la llegada habia todavia un extra de tiempo que se debia tener en cuenta. 

Al fin en casa y con todo conectado, me puse a escuchar el disco con detenimiento. A descifrar las letras en ingles del cual solo sabia 6 o 7 palabras. Como todos, algunos temas no me parecian buenos y no los escuchaba completos. Asi me pasaba mi buen rato, dando vuelta el disco del lado A al lado B, subiendo el volumen de los auriculares hasta casi quedarme sordo. Como bien les dije, era la hora de la siesta. No hubiese sido una buena idea interrumpir el descanso de mis vecinos con musica de "drogados" con pelo largo. 

Cuando todo parecia perfecto, cuando el mundo pasaba a mi alrededor sin importarme demasiado, mientras el pais debatia la Ley de Punto Final, el Austral empezaba a mostrar sus debilidades y los carapintadas ya conspiraban en las sombras, y mientras yo vivia en mi mundo, disfrutando de mi musica, de mis discos, paso una de las peores tragedias que le pueden suceder a un coleccionista de discos. En un mal movimiento, en una distraccion propia de un amateur que juega a ser un profesional, mientras sacaba el disco para pasarle una franela, se me resbalo de las manos como si fuera un jabon mojado y fue a parar directo al piso. No tenia alfombra, sino un piso de viejo y frio marmol que recibio el disco de lleno y que, ademas, sirvio de pista de aterrizaje para que el disco hiciera un pequeño recorrido extra sobre una de sus caras, que llevara mi angustia a niveles maximos. 

Raudamente levante el disco y le pase la franela, esperando que actuara como un manto magico o milagroso. El daño estaba hecho, no se notaba a simple vista pero yo lo sabia. Me sente y empece a escuchar de nuevo todo el disco, sin cambiar de tema, sin saltar de uno a otro. A mitad del tercer tema paso lo que tanto temia. La voz de Simon Lebon repetia la misma frase sin parar, como un remix fatidico que martillaba mi cabeza. 

Sin entrar en desesperacion empece a pensar que podia hacer. Comprar otro disco no estaba en mi presupuesto ni en mis principios. Arreglo no tenia. Y a pesar de no ser el corte de difusion el que se habia arruinado y aunque nadie se diera cuenta, yo lo sabia. No podia tener en mi coleccion un disco que se haya rayado en el primer dia. Con el tiempo los discos se rayan, eso pasa. Pero el primer dia es una cachetada del destino. Como chocar el auto al sacarlo de la agencia, o que se te caiga el helado del cucurucho cuando tratas de acomodarlo con la cucharita, sin haber probado todavia ni un poco. 

Lo limpie con la franela y ese liquido parecido a un blem que se usaba para mantener los discos libres de polvo. Lo puse de nuevo en el sobre y me fui directo a casa de mi abuela. Cuando uno es chico, si alguien puede arreglarlo todo, son los abuelos. Fue una parada rapida, pero necesaria. Una especie de Banelco que despues de sacar dinero no te recuerda que te queda menos saldo, sino que podes volver cuando haga falta. 

Con los Australes de mi abuela y mi disco rayado, me faltaba todavia un aliado para darle una solucion a este problema que en aquel momento amenazaba con arruinarme no solo el dia, sino el verano entero. El aliado era mi primo. Un chico un par de años mas grande que yo, amante tambien de la musica y los discos. 

Nos fuimos para el centro, a otra disqueria. El se quedo afuera y entre yo a buscar en la letra D si tenian el ultimo de Duran Duran. Nada. No sabian ni quien era la banda. Despues a otra en la avenida 7. Tampoco. Cuando ya pensabamos que se acababan las esperanzas, mi primo me dijo que el sabia que disqueria podia tener un disco de Duran Duran. Fuimos para la disqueria de la calle 49. Una disqueria grande con decenas de bateas, que vendian ademas instrumentos musicales y partituras. El lugar ideal para llevar a cabo nuestro plan maestro. En una disqueria de barrio, se darian cuenta. Aca, con mucha gente y muchos vendedores, pasabamos desapercibidos. 

Entre con la plata y pedi directamente el disco Notorious de Duran Duran. Lo pague y sali. Me ofrecieron escucharlo, pero dije que no hacia falta. Que era un pedido de mi primo. Apenas sali y camine unos pasos, me esperaba mi primo con el otro disco. Ahi, sobre la vidriera de la casa de juegos Texas (la version local de Sacoa) sacamos el disco bueno del sobre donde lo habian envuelto, con cuidado de no arruinar la cinta scotch que lo cerraba, y metimos el disco rayado. Cerramos y nos separamos como dos espias de la CIA intercambiando microfilms en Varsovia durante la guerra fria. 
Volvi, algo nervioso pero decidido. Fui a la misma persona que recien me habia vendido el disco, quien me miro algo confundido. "- Te olvidaste algo?" me dijo amablemente. "- No", le dije yo "-me equivoque de disco, este disco ya lo habia comprado. Lo puedo devolver?" tratando de poner mi mejor cara de victima. Ahora era cuestion que el vendedor mordiera el anzuelo. Que se apiadara del pobre chico al que mandaron a comprar algo y que cometio un error. Mi cara de angustia a ese momento no era actuada, aunque los motivos no eran los que el vendedor suponia.

Se fue al fondo con el disco y tardo unos minutos que para mi fueron una eternidad. Miraba el reloj enorme que colgaba en medio de la disqueria y las agujas parecian ir para atras. Medi la distancia que tenia hasta la puerta, en caso que tuviera que salir corriendo. Vi, de reojo, a mi primo que paso mas de dos veces por la vidriera y miraba haciendose el distraido. Tenia la prueba del crimen bajo el brazo, pero la ansiedad le jugaba en contra y no pensaba en que podia arruinarlo todo. Un hombre me miraba raro, o a lo mejor me parecio a mi. Otro me pregunto si vivia cerca, generandome miles de dudas y preguntas. Por que me pregunta esto? Que sospecha? O sera que no me puede devolver la plata hoy y me va a pedir que vuelva mas tarde? Ya eran como las 7 de la tarde y a pesar de que el dia en verano es mas largo y todavia el sol no se ponia, yo sentia que la noche estaba llegando. 

Al rato aparece el vendedor de nuevo. No tenia el disco con el. Mientras caminaba para el mostrador donde yo esperaba, me miraba fijo. No sonreia, no pestañeaba. Era una expresion fria y sin sentimiento. Se acerco y puso sus dos manos en el mostrador. Me dijo "hay un problema". En ese momento pense en gritar, en confesar todo y esperar que me tuvieran piedad. Que pensaran que era solo un chico haciendo una travesura. Esperaba piedad, compasion. Despues de todo era solo un disco. No podia ser tan grave. 

"Hay un problema" dijo, seguido de un silencio de algunos segundos. Haciendo una mueca de decepcion, como sintiendo empatia por el efecto de lo que me iba a decir iba a causar en mi me dijo "no te puedo devolver la plata. Tenes que llevarte otro disco". 

Trate de no poner demasiada alegria en mi cara para que no sospechen, pero estoy seguro que mis esfuerzos deben haber sido en vano. No solo porque sonrei, sino porque empece a hablar hasta por los codos, a agradecerle, a decirle que me habia salvado porque sino mi primo me iba a pedir la plata a mi y no se cuantas cosas mas. No paraba de hablar. Si no fuera porque el vendedor me pregunto que otro disco elegia, hubiera seguido hablando por horas. 

La eleccion no fue pensada. Fue algo rapido, lo que estaba mas a mano. La eleccion cayo en INX's, el disco Listen Like Thieves, que al final no resulto una mala eleccion para la epoca. En el mostrador estaba en exhibicion un disco de The Bangles, que fue mi primera opcion no porque me gustara sino porque estaba a mano y me permitia cerrar la transaccion lo mas rapido posible. Pero un movimiento de cabeza me permitio ver el de INX's, y la eleccion fue simple. 

A la salida mi primo me esperaba casi con lagrimas en los ojos. Pensaba que me habian descubierto. Nos abrazamos y festejamos. No recuperamos la plata, pero al menos teniamos dos discos sanos en lugar de tener uno rayado. La vuelta fue mejor. Un verdadero paseo. Un cuarto kilo de anillitos de chocolate y una coca de litro hicieron el viaje aun mas placentero. No me acuerdo cuanto tarde en llegar. No me acuerdo si escuche el disco de INX's o no, no me acuerdo si se lo deje a el. Solo me acuerdo que una tarde de verano, senti que habia vencido un escollo, un problema enorme. Y que lo habia hecho con mi propia creatividad y decision. Tiempo despues, no mucho, la vida me pondria frente a problemas mayores, frente a desafios mas grandes. Por desgracia no tan faciles de resolver, ni tan simples como un disco rayado. Pero no me quejo. Porque el destino ya se cual es, y no tengo apuro de llegar. Esta ahi, no desaparece, ni se va a mover. Pero el paseo, el paseo es otra cosa. Y hay que tratar de disfrutarlo. 

FIN