Se había iniciado en Yupanqui en 1994 y después vistió diferentes camisetas del ascenso, como la de Atlético Lugano (1995/97 y 2001), Ferrocarril Midland (1998/99 y 2001/02), Deportivo Riestra (1999/2000), Laferrere (2000), Cañuelas (2001) y Victoriano Arenas (2002/04).
Sus anécdotas se cuentan de a montones. Quizás la más llamativa tiene que ver con la máxima locura que se haya visto alguna vez en estadio argentino. Darío, incentivado por el Black Metal, se pintó la cara cuando jugaba en Midlan para afrontar un clásico ante Argentino de Merlo. La práctica no quedó ahi. La repitió varias veces hasta que se lo prohibieron.
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Originalmente publicado por OLÉ
-¿Que te hace sentir? -Me da polenta. Te pintás, salís para guerrear y los matás a los rivales (NdR: En esta temporada, jugó 22 partidos y sólo vio 4 amarillas).
-¿Qué dicen tus compañeros? -Lo toman con humor. En cambio, los rivales me deliran a dos manos. Algunos hasta se asustan.
-¿No te gusta el fútbol? -No me gusta jugar. Lo hago porque es muy competitivo y me entreno mucho. No como carne roja, no fumo, no tomo alcohol ni drogas. Nunca lo hice. Además, la poca plata que gano me ayuda. Mi posición económica es desastrosa.
-¿Y cuando dejes de jugar? -Me gusta el golf, pero no tengo filo (se ríe). Vivo mi presente de músico (tiene una banda y toca en pubs) y futbolista. Si mañana tengo que trabajar de gay en un puterío, lo voy a hacer.
-¿Sos homosexual? -Está abierto a que todos piensen lo que quieran. Yo sé muy bien lo que hago con mi cuerpo.
-¿Cómo te definirías? -Un payaso que se pinta la cara, pero que se mata por la camiseta.
Dubois también se destacó por hacerle frente a los dirigentes corruptos, denunciando las oscuras acciones de los hombres que se encargan de destruir las categorías más humildes de nuestro fútbol.
En 2003, por ejemplo, duirante una entrevista en “Ascenso 950″ por Radio Belgrano, dijo “El presidente de Juventud Unida (Juan José Castro) nos ofreció plata para perder, para que ellos ganen y para que él entrara en una reelección de San Miguel. Rata inmunda, jugamos gratis e igual queremos ganar y nos ofrecen plata; igual, no la vamos a recibir… pero es un político, qué se puede esperar de él?“.
No era una experiencia nueva eso de oponerse a las injusticias, claro. En 1995, según él mismo contó a los periodistas Walter Marini y Marcelo Massarino, se negó a ser sponsoreado por una gente había que por poner su marca en la camiseta de Lugano prometía 40 pesos por triunfo. El equipo de Dubois llevaba 3 victorias al hilo y la guita no aparecía. Suficiente para actuar. “Resulta que el primer partido que ganamos no nos pagaron, entonces decidí llevarme una cinta aisladora negra para taparme la publicidad de la camiseta. Pero justo en ese partido me la olvidé. Entonces, como había llovido, apenas salimos a la cancha hice como que me persignaba (todos los jugadores hacen eso, pero yo no creo en ninguna religión), agarré barro y me tapé la publicidad. La camiseta naranja quedó cubierta con barro. Me puteaban todos, hasta mis compañeros, no entendían nada, el sponsor se cagaba de risa de nosotros, ¿entendés? No nos pagaban, y yo con esa guita viajaba. Después en la semana, la comisión se juntó y me querían suspender, pero no lo hicieron“, declaró.
Entre las más grossas de sus historias se encuentra una relacionado a un árbitro. “Una vez jugando para Midland enfrentábamos a Excursionistas en el Bajo Belgrano. En la segunda falta que hago el árbitro Juan Carlos Moreno me saca la segunda amarilla y cuando me saca la roja se la caen 500 pesos del bolsillo; me zambullí al suelo, agarré la guita y me fui corriendo. Me seguían todos: el árbitro, los jugadores, cuerpo técnico, se armó un quilombo que ni te cuento. Adentro de la manga, rodeado, le dije al juez: ‘Este es el premio que vos me sacas por echarme, hijo de puta’. Al final se lo terminé devolviendo porque sino me daban veinte fechas“.
Cuando vaya a alguna cancha pobre de la “D”, buscaré algún jugador con la camiseta n° 6 para ver si tiene la cara pintada. Buscaré una gran moto negra apoyada contra un vestuario hecho de ladrillos huecos. Cuando salga el sol, iré a la puerta de algún boliche de dudosa concurrencia y esperaré verlo salir con ésa cara de Jesucristo y en el bolsillo con algunas monedas más. Esperaré siempre su regreso. Bueno, si es que alguna vez se fue. Y si así fuera y no vuelve, por ahí hasta se mudó a un tercer barrio, porque ahora la tiene mas clara y 37 años le sobrarán para hacer todo lo que quiso y desenmascarar a unos cuantos caretas.
Che Darío, mirá que la hiciste bien. Nos cambiaste la idea y nos hiciste bien, mostrando la cara de una vida que por ahí, ni a palos íbamos a conocer.
Sólo te pido un par de cosas, mandale saludos al “Garrafa”, a “Pappo”, seguí jugando al fútbol y pintate la cara, y embarrate la publicidad que mancha la camiseta, choreale unos mangos a algún referí botón, que seguro le sobran… no sé que más pedirte. Vos sabés. Por eso aprendimos a valorarte.
Chau Loco, esperanos que en cualquier momento nos juntamos y algo vamos a hacer. Vos no traigas nada, porque seguro vas a andar sin filo.